Picores en la mucosa nasal, estornudos frecuentes, secreción nasal clara y sensación de nariz tapada son las principales características de la rinitis alérgica. Suele estar acompañada de picores en los conductos auditivos, ojos y paladar. La fatiga, cefalea, pérdida del olfato, mucosidad en la parte posterior de la garganta, dificultad en la concentración, irritabilidad y las alteraciones del sueño son otros síntomas característicos de la rinitis.
Las paredes nasales, frágiles por el contacto permanente con alérgenos (como los pólenes por ejemplo), son más sensibles al humo del cigarro, los olores de la pintura o los disolventes químicos. Estos factores irritantes no específicos agravan la molestia nasal.
La rinitis alérgica puede manifestarse en forma de rinofaringitis de repetición, especialmente en los niños, orientando así el diagnóstico hacia las causas de origen infeccioso que en la mayoría de los casos son tratadas con antibióticos de repetición, inadecuados para tratar las enfermedades alérgicas.
La rinitis alérgica y el asma están estrechamente vinculadas. Las paredes de las fosas nasales y de los bronquios están constituidas por el mismo tipo de células y reaccionan de la misma forma ante los ataques de los alérgenos. Se puede explicar la asociación entre la rinitis alérgica y el asma como el mecanismo inflamatorio común que afecta a las vías respiratorias a nivel de la nariz y de los bronquios.
Una persona de cada 3 que sufre de rinitis alérgica podrá desarrollar asma. El 80% de los asmáticos padecen de rinitis alérgica. El asma y la rinitis pueden aparecer al mismo tiempo, pero, por lo general, la rinitis aparece sola durante varios años antes de que aparezca el asma.
Toda rinitis alérgica puede evolucionar hasta convertirse en asma, cuya evolución será más severa si la rinitis alérgica no ha sido tratada correctamente. Una rinitis alérgica no tratada puede agravar el asma.
Por lo general, los alérgenos responsables son los ácaros, los pólenes y los animales.
El diagnóstico y el tratamiento de las rinitis con síntomas persistentes son indispensables con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes y evitar la aparición del asma.
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