La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) define a los probióticos como microorganismos vivos que al consumirse en dosis adecuadas, como parte de un alimento, proporcionan un beneficio a la salud del receptor .
Los productos probióticos contienen microorganismos vivos y activos, una vez que colonizan el intestino. A diferencia de los prebióticos, que estimulan la acción bacteriana, y los simbióticos, que están asociados a ambas categorías.
Los probióticos son una alternativa buena, natural y sin efectos secundarios para mejorar sensiblemente el funcionamiento intestinal. Debido a esto, optimizan nuestra salud.
El equilibrio de nuestra flora intestinal es necesaria, sin embargo, algunos factores la afectan negativamente, como el estrés y una dieta desequilibrada, además, se intensifica durante la edad avanzada. También puede dañarse con el uso de antiácidos o antibióticos, así como de anticonceptivos orales y otros medicamentos.
Otros síntomas que pueden perjudicar la flora intestinal son diverticulosis, úlceras, candidiasis, síndrome del colon irritable, insuficiencia pancreática, alergias alimentarias o intolerancias, como la intolerancia a la lactosa (la lactasa, enzima que digiere la lactosa, es producida a partir del Lactobacillus acidophilus) y las infecciones del tracto urinario (si no se restablece el equilibrio de la flora intestinal las infecciones son recurrentes).
La toma de antibióticos reduce de manera drástica la funcionalidad de nuestro intestino. Los antibióticos pueden provocar diarreas hasta en un 48 % de los pacientes. Los probióticos son indicados siempre que se haya prescrito un tratamiento con antibióticos.
La toma de probióticos se indica para prevenir y restablecer el equilibrio de la flora intestinal. De esta forma, se refuerza el sistema inmunológico.
Los probióticos se recomiendan en caso de estrés, infecciones por microorganismos patógenos, enfermedades intestinales e intolerancias alimentarias.
Los probióticos restablecen el equilibrio de la flora intestinal alterada por diarreas de cualquier origen, alergias alimentarias, intolerancia al gluten o a la lactosa, así como por el tratamiento con antibióticos.
La prevalencia de infecciones del tracto urinario bajo tiene una incidencia de 300 millones de casos al año. Estas infecciones afectan principalmente a las mujeres. La vaginitis es una de las infecciones más frecuentes. La toma de probióticos reconstruye el ecosistema vaginal y crea un ambiente óptimo en la flora vaginal que impide el crecimiento de bacterias nocivas.
El estreñimiento altera el funcionamiento regular del intestino y provoca una defecación difícil y poco frecuente. El 75 % de las personas afectadas por estreñimiento son mujeres. A menudo, estas personas recurren al uso abusivo de laxantes para evitar las molestias propias del estreñimiento como los dolores abdominales y la hinchazón del vientre, entre otras.
Los probióticos regulan el intestino y restablecen sus funciones. Al mismo tiempo, el prebiótico, considerado fibra alimentaria soluble, aumenta la masa fecal y ayuda a evitar el estreñimiento.
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Probióticos
Lactobacillus acidophilus
Probióticos y prebióticos