La vitamina D (vitamina D2 y D3) desempeña un papel esencial en el metabolismo óseo e interviene en la prevención o el tratamiento de diferentes patologías.
La vitamina D3 (colecalciferol) es la principal forma de vitamina D en el hombre. Representa entre el 80 % al 90 % de las aportaciones en vitamina D (la cual es a menudo asimilada).
La otra forma de la vitamina D es la vitamina D2 (ergocalciferol).
La vitamina D ocupa una función esencial en el metabolismo óseo. Favorece la absorción intestinal de calcio y fósforo. Por su acción, participa en la consolidación de los huesos, en la buena mineralización de los dientes y en el fortalecimiento muscular.
Desempeña especialmente un papel esencial en el tratamiento de la osteoporosis.
Según diferentes estudios, la vitamina D también podría desempeñar una función en la prevención del cáncer de mama y del cáncer colorrectal.
La vitamina D3 es sintetizada por las células epidérmicas de la piel, bajo la acción de los rayos UVB del sol. La exposición al sol es la principal fuente de aportes de vitamina D.
La alimentación es otra fuente de aportes en vitamina D3. Está presente especialmente en la clara del huevo, el pescado y el aceite de hígado de bacalao.
La alimentación también es responsable de las aportaciones en vitamina D2, contenida en ciertos vegetales, así como en los comprimidos vitaminados.
Un análisis de sangre de la vitamina D puede ser prescrita en la mujer embarazada, la persona de edad o en un paciente en presencia de síntomas que evocan un déficit de vitamina D (por ejemplo: debilidad muscular), con el fin de verificar la buena asimilación del calcio por el organismo.
Los valores normales del nivel de vitamina D en la sangre son de: 50-125 nmol l o 20-50 microgramo/l se sitúa entre 75 y 150 nmol/L ((30 - 60 ng/ml).