Millones de perros, gatos, pájaros, conejos, hámsters, jerbos, conejillos de Indias y chinchillas, entre otros, están presentes en nuestros hogares. Por desgracia, estos pequeños animales que queremos tanto pueden tener alergénicos, especialmente para las personas sensibles.
Existen varios tipos de tratamiento en caso de alergia a los animales. Entre ellos, destaca el Singulair, contiene montelukast sódico que sirve para tratar el asma y prednisona que se usa cuando existen niveles bajos de corticosteroides.
Otros medicamentos de venta libre que funcionan para este tipo de alergias son los antihistamínicos como el clorhidrato de difenhidramina (Benadryl). Además de las nuevas fórmulas que ya están disponibles sin receta médica como clorhidrato de cetirizina (Zyrtec) y loratadina (Claritin). Algunos de los medicamentos para tratar la alergia se encuentran en el mercado combinados con descongestionantes para aliviar aún más algunos de los síntomas.
Los alérgenos de los animales pueden localizarse en las secreciones de sus glándulas sebáceas y salivares, así como en sus excrementos. Las manifestaciones de la alergia aparecen como consecuencia de la inhalación o el contacto con la caspa, el pelo, la orina, la saliva o el suero de los animales.
Si se tiene alergia a la saliva de uno de estos animales, pueden aparecer síntomas cuando alguien es lamido por el animal o se toca al animal después de que se haya estado lamiendo. Contrario a lo que mucha gente piensa, el pelo de los animales no es el principal causante de la alergia, sino que son las partículas de caspa las que contienen los alérgenos formados en las secreciones de las glándulas sebáceas y salivares.
En algunos casos graves, el alérgeno contenido en la saliva puede penetrar en el torrente circulatorio y desencadenar una reacción alérgica generalizada o choque que puede incluso poner en riesgo la vida del paciente.
Pueden provocar picores en la piel, habones (ronchas, urticaria), conjuntivitis, rinitis, asma o hinchazón en la zona de contacto de la piel o en los párpados.
La decisión de tener un animal depende de numerosos factores, como la intensidad de las manifestaciones alérgicas que se observan en presencia del animal deseado. Antes de tener un animal en casa, habla con tu médico o alergólogo, sobre todo si existe un historial familiar alérgico o si padeces otras alergias.
Los alérgenos del gato son una de las causas más importantes de las alergias respiratorias. Los síntomas causados son esencialmente el asma o la rinitis. Las personas sensibles a los gatos podrían sufrir la aparición de asma. No tener un gato es el medio de prevención más seguro. Es importante reflexionar antes de adoptar o adquirir un gato.
Una persona alérgica a un gato puede padecer manifestaciones alérgicas sin tener ningún contacto con el minino, sino simplemente al acercarse a una persona que tiene pelo del animal en su ropa. La alergia a los gatos no depende de su raza, color, tamaño o longitud de su pelo (esto es válido para todos los animales).
La alergia cruzada con el gato concierne al perro, caballo, felino y cerdo.
Separarse del animal supone la mejor solución, aunque es difícil de aceptar esta opción. Otros consejos que se proponen es lavar al gato una vez por semana; pasarle 2 a 4 veces por semana una toalla húmeda; limpiar su canasta regularmente; prohibirle el acceso a la habitación (incluso en ausencia de la persona que sufre la alergia); aislar su canasta en un armario, en una esquina o en el balcón; aspirar frecuentemente el colchón y las almohadas; pasar la aspiradora frecuentemente (no olvides que encontramos los alérgenos del gato en el polvo de la casa); y lavar regularmente la ropa de toda la familia y, sobre todo, de la persona alérgica al gato.
Cada vez se tienen más mascotas en los hogares y se permanece más tiempo dentro de las viviendas. Además, se ventilan menos y con frecuencia se colocan moquetas, alfombras y objetos que conservan los alérgenos y provocan alergia en los niños.
En muchos casos encontramos factores hereditarios que contribuyen a la predisposición a padecer alergia a los animales. Cuando hay antecedentes de personas con alergia en la familia, sobre todo en ambos progenitores, el riesgo de desarrollar alergia en los niños es muy alto.
Los niños que padecen asma mejoran cuando se trasladan a ambientes con baja carga alergénica como sanatorios de gran altitud o, si son alérgicos a un animal, cuando se separan de él. Esto indicaría una clara asociación entre los síntomas alérgicos y la exposición de los niños a los animales.
La saliva de los perros es menos alergénica que la de los gatos. La alergia a los animales no se produce solo por el pelo largo o corto, sino por su orina, saliva y las secreciones de sus glándulas sebáceas. Cuando se lamen, depositan sus alérgenos en el pelo, lo que acarrea reacciones alérgicas en aquellos que los tocan o están cerca. Los alérgenos se acumulan sobre la alfombra, moqueta, estantes o ropa que pisan. También se pueden encontrar alérgenos de animales varios meses o incluso años después de que hayan abandonado la casa.
A menudo esta alergia no está producida por el pelo en sí, sino por las proteínas presentes en la saliva del conejo que son depositadas en el pelo cuando se acicalan. Pueden aparecer los típicos síntomas de la alergia como urticaria, dermatitis, rinitis o asma, que se deben poner en evidencia con unas pruebas de alergia.
En caso de alergia al conejo, lo mejor es sacar al animal del domicilio y evitar que se mueva por toda la vivienda. También evitar al máximo el contacto con el animal, mantener unas medidas de higiene correctas y utilizar purificadores de aire o productos para reducir el grado de alergia que producen los animales. Estos se comercializan en forma de sprays o champús y tienen como objetivo neutralizar las proteínas que producen las alergias. Deben usarse de forma frecuente y resultan bastante efectivos.
Cada vez más personas, sobre todo niños, desarrollan alergias a los roedores que crían (hámsters, conejillo de Indias y ratones, entre otros). El poder alergénico de los roedores es muy alto y puede provocar manifestaciones severas. Su orina, una vez seca, infecta el aire con proteínas alergénicas que pueden ser inhaladas y provocar manifestaciones alérgicas.
La alergia a la chinchilla debe ser sistemáticamente investigada en el caso de que sean los niños quienes la posean. Entre 3 % y 20 % del personal de laboratorio es alérgico a estos animales con los que trabajan diariamente. También se han descrito alergias a las plumas de las aves y a las escamas de reptiles.
El alérgeno del caballo es el responsable de algunas manifestaciones graves, como crisis de asma. Una persona alérgica puede desarrollar manifestaciones sin estar en contacto directo con el caballo. A veces solo es necesario pasar cerca de un establo para sentir molestias. El simple contacto con un jinete puede provocar una crisis. Paralelamente, el caso de la alergia a los poneys se multiplica sobre todo por la multiplicación de los cursos de hípica.
Muchas personas trabajan en contacto con animales en un laboratorio. La ventilación ineficaz de los lugares de trabajo favorece la dispersión de sus alérgenos y se corre el riesgo de sensibilizar al personal. La orina de los machos parece contener menos proteínas alergénicas que la de las hembras. Si te afecta esta alergia, intenta trabajar prioritariamente con los machos, si es posible.
Las plumas de los pájaros casi no son alergénicas, pero albergan numerosos ácaros. Los excrementos de los pájaros se transforman en polvo cuando se secan y provocan manifestaciones alérgicas si se inhalan.
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