A la inflamación del peritoneo se le llama comunmente peritonitis. Por lo general es una infección bacteriana la que afecta a la cavidad peritoneal. El peritoneo se compone de dos capas, una que recubre las paredes de la cavidad abdominal y la otra que rodea los órganos: entre estas dos capas se encuentra la cavidad peritoneal que normalmente está vacía. Es una infección grave que puede provocar la muerte si no se trata rápidamente. Esta inflamación puede ser debida a una perforación (la mayoría de las veces del apéndice en caso de apendicitis) o a la infección por bacterias a partir de un órgano infectado.
La principal manifestación de la peritonitis es el dolor que aparece de modo brutal y que es violento y continuo. Generalmente, la inflamación del peritoneo se acompaña de vómitos, de una interrupción del tránsito y de síntomas de infección: fiebre, escalofríos, bajada de la tensión, cansancio y aumento del ritmo cardíaco. Debido a la infección, por lo general hay una fiebre superior a 39 °C. El abdomen puede ser doloroso al principio a nivel local, luego de forma difusa y a veces extremadamente duro: hablamos en este caso de vientre en tabla. Esta contractura es característica de la peritonitis.
Varios factores permiten hacer el diagnóstico de peritonitis:
El tratamiento de la inflamación del peritoneo es quirúrgico. Lo más importante es eliminar la infección y el tratamiento de la patología causante. Por ejemplo, en caso de apendicitis perforada y que se han vertido estas bacterias en la cavidad peritoneal, comenzamos por quitar el apéndice. Antes de proceder a la intervención quirúrgica, prescribimos antibióticos destinados a luchar contra la infección. La intervención quirúrgica propiamente dicha permitirá eliminar todos los tejidos afectadas por la infección y limpiar el peritoneo.
La prevención de la inflamación del peritoneo se basa en el manejo precoz de sus causas. También hay que prevenir las peritonitis nosocomiales (adquiridas en el hospital) por el incumplimiento de una buena higiene del hospital.