La bronquiolitis es una enfermedad vírica muy contagiosa, su principal agente infeccioso es el virus sincicial respiratorio (VSR). Suele aparecer a mediados de octubre y termina a finales de marzo; su pico máximo es durante el mes de diciembre.
La bronquiolitis puede empezar como una simple rinitis viral (inflamación del revestimiento de la nariz). Después aparecen episodios de tos seca que, progresivamente, es más blanda y puede prolongarse por 2 o 3 semanas. Se agrava poco a poco, genera una importante congestión pulmonar y dificultad respiratoria con fiebre moderada. Se escuchan silbidos en el pecho del bebé junto a su respiración. El bebé se fatiga, incluso llega al agotamiento. Ante la aparición de estos síntomas, es importante acudir rápidamente al médico para evitar la aparición de complicaciones respiratorias. En algunos casos, es necesaria la hospitalización.
Este proceso respiratorio dura, aproximadamente, 7 días. Algunas veces, la tos y el moco pueden continuar durante semanas. En general, los síntomas más importantes aparecen en el segundo o tercer día después de que el niño comienza a toser y después desaparecen progresivamente.
Diversas medidas se aconsejan, como airear la habitación; no intercambiar biberones, chupetes ni cubiertos; hidratar bien al bebé y verificar que coma y beba correctamente; acostarlo boca arriba y poner un cojín bajo la almohada; desinfectarle la nariz con suero fisiológico y usar pañuelos desechables. Si el padre o la madre tienen una rinitis viral, es mejor que lleven un cubrebocas. No se debe fumar en su presencia y no debe ir a la guardería hasta que mejoren los síntomas.
Para facilitar la respiración, se pueden utilizar vaporizadores, nebulizaciones o baños de vapor. Excepto, si aparecen complicaciones —como otitis o anginas— y no deben administrarse antibióticos ya que no tienen ninguna acción sobre el virus. Es importante vigilar de cerca la respiración y la temperatura del bebé, así como la aparición de diarrea.
La fisioterapia respiratoria es un tratamiento eficaz contra la bronquiolitis, ya que permite evacuar las secreciones que el bebé no puede expulsar por sí mismo. El fisioterapeuta realiza ciertos movimientos sobre la caja torácica y el abdomen del bebé cuando espira, lo que posibilita que las flemas suban por la tráquea hasta la boca para que el bebé pueda expulsarlas.
Las medidas que se recomiendan son lavarse las manos con jabón antes de ocuparse del bebé; no darle besos si tenemos rinofaringitis o bronquitis; pedir a las personas de su entorno que no estén mucho en contacto con él; evitar el humo y no llevar al bebé a lugares donde pueda haber personas portadoras de enfermedades infecciosas, como transportes públicos, supermercados o almacenes.
La aparición de 2 a 3 bronquiolitis antes de los dos años de edad puede indicar la presencia de asma, sobre todo, si hay familiares con alergias. Se aconseja visitar al pediatra, quien debe remitirlo a un neumólogo o alergólogo. Estos doctores efectúan diferentes pruebas alérgicas, como los test cutáneos. Estos exámenes se pueden realizar a niños menores de 5 años, contrario a ciertas ideas preconcebidas sobre el tema.
Se recomienda darle mucho líquido al bebé, usar un vaporizador o baños de vapor, las inhalaciones con eucalipto o las infusiones de sauco. La infección suele desaparecer por sí sola en una semana, pero si los síntomas no mejoran, el pediatra puede indicar un inhalador para abrir las vías respiratorias. Si es una infección bacteriana secundaria, se prescriben antibióticos.
En la gran mayoría de los niños, la infección por parte del virus sincicial respiratorio (VSR) solo provoca un ligero resfriado. Pero en los lactantes, es más frecuente que se desarrolle una bronquiolitis en toda su extensión. La causa es que sus bronquios se obstruyen fácilmente cuando se inflaman porque todavía son estrechos. Por eso la bronquiolitis es grave en los menores de seis meses —especialmente, en los recién nacidos o menores de un mes— y en los bebés prematuros con problemas respiratorios al nacer.
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