El carcinoma espinocelular o carcinoma epidermoide abarca el 20 % de cánceres de la piel y principalmente afecta a las personas de edad.
El carcinoma espinocelular puede desarrollarse sobre lesiones precancerosas, la queratosis actínica, pero también sobre cicatrices de quemadura o de heridas crónicas. El carcinoma espinocelular es más agresivo que el carcinoma basocelular. Es un cáncer invasivo que puede infiltrarse en la dermis profunda y extenderse hacia los ganglios u otros órganos, provocando así una metástasis
El carcinoma espinocelular adopta la mayoría de las veces la forma de una lesión sobreelevada de color rojizo que presenta en el centro una leve ulcera que puede sangrar. También puede aparecer bajo la forma de un nódulo o de una pequeña placa. Puede localizarse en los labios en las personas que fuman, en la lengua y las mucosas genitales.
La biopsia de la lesión seguida de un examen histológico permite el diagnóstico preciso del carcinoma espinocelular.
La exposición solar prolongada, una sobrexposición al sol en la infancia, el uso de cámaras de bronceado, así como el tabaquismo son los principales factores que ponen causan un carcinoma espinocelular.
Exámenes médicos permiten buscar otras lesiones cutáneas o la presencia de metástasis que parecen en la migración de las células cancerosas en el sistema linfático o sanguíneo. Una IRM o un escáner es especialmente recomendado cuando un tumor es voluminoso, reincidente o situado en ciertas zonas.
En caso de una afección de los ganglios, una radiografía de los pulmones o un escáner es a menudo recomendado.
El tratamiento varía según los criterios de un pronóstico malo. La ausencia de un mal pronóstico corresponde a un bajo riesgo de recidiva o de aparición de metástasis. La presencia de al menos un factor de mal pronóstico, como un espesor superior a 3 mm, es debido a un riesgo de recidiva o de aparición de metástasis.
Una intervención quirúrgica es el primer tratamiento aconsejado con el fin de quitar totalmente el tumor así como los tejidos situados alrededor. Una reconstrucción es a menudo necesaria y puede efectuarse en una segunda operación. La radioterapia es propuesta cuando una intervención quirúrgica no es posible, en caso de afección ganglionar o en complemento de la cirugía para los carcinomas espinocelulares que pueden volver a aparecer.
La quimioterapia también puede formar parte del arsenal terapéutico. Una limpieza ganglionar es contemplada en caso de presencia de metástasis ganglionares.
Generalmente el tratamiento suele ser con cirugía, siempre que el tamaño de la lesión y la localización permitan la total eliminación del tumor y un resultado cosmético adecuado, o, al menos, no peor que el obtenido por otros procedimientos. Además gracias a la cirugía podemos analizar el tumor en su totalidad. Otros procedimientos a utilizar serían la crioterapia (tratamiento con frío) o la radioterapia (tratamiento con radiaciones ionizantes). La elección de un determinado tratamiento se realiza analizando la lesión en cada paciente de forma individualizada.
Un control médico regular con un dermatólogo permite evitar una recidiva.
La destrucción de células precancerosas permite prevenir la aparición de un carcinoma espinocelular. El uso de la crioterapia, nitrógeno líquido, aplicación de una crema como Aldara o fototerapia dinámica pueden ser propuestos. Protegerse del sol y dejar de fumar son dos medidas importantes para evitar la aparición de este cáncer.