Es una ulceración profunda persistente (crónica) y representa la muerte de los tejidos (o necrosis) secundaria a una interrupción de la vascularización, principalmente cutánea. A menudo es debida a un reposo prolongado en cama. El tejido blando es comprimido entre una prominencia ósea y una superficie dura. La úlcera se debe a una disminución del flujo de sangre que causa la destrucción del tejido. La aparición de úlceras por presión requiere la existencia de dos factores asociados: en primer lugar, la reposo o inmobilización y en segundo lugar, la falta de percepción del dolor por parte del paciente.
Las zonas de apoyo son las áreas de predilección para la aparición de úlceras por presión: talones, las nalgas, las caderas, los tobillos, el codo y el cuello son los más comunmente afectados. La piel se enrojece y es dolorosa al principio, se vuelve de color negro, y posteriormente la zona es completamente insensible. La zona afectada es inicialmente superficial y si no se trata se va volviendo más profunda hasta que puede incluso dejar a la vista a músculos, tendones o incluso huesos. Cuando se detectan de forma precoz se puede conseguir la cicatrización no siempre es posible si la enfermedad está muy avanzada.
Sólo los signos clínicos son necesarios para el diagnóstico de una úlcera por presión. Los hechos descritos anteriormente hacen posible el seguimiento de su progreso y si se confirma la escara saber la etapa de la evolución. El principal riesgo de las úlceras por presión son las infecciones.
El tratamiento de las úlceras por presión se basa en medicamentos:
Mientras tanto, la hidratación y la nutrición son esenciales para las reglas apropiadas, así como otras normas para prevenir las escaras.
La deshidratación, la desnutrición y la falta de movilidad favorecen la aparición de úlceras por presión. Por lo tanto la prevención se basa fundamentalmente en: