El espacio periamigdalino se localiza entre las amígdalas y la pared de la garganta. Cuando aparece una infección en esta zona puede causar una inflamación o hinchazón con pus (absceso) en ese espacio. Los abscesos periamigdalinos, también llamados flegmones, usualmente son consecuencia de la amigdalitis. El flemón periamigdalino es discapacitante: la inflamación de las amígdalas contrae los músculos de la mandíbula, lo que impide abrir la boca completamente y hace difícil la deglución y la ingesta de alimentos. Una fiebre elevada (40ºC) acompaña a estos síntomas.
Los agentes infecciosos involucrados con más frecuencia son las bacterias estreptocócicas (los estreptococos beta hemolíticos del grupo A). Los abscesos periamigdalinos afectan con más frecuencia a los niños mayores, los adolescentes y los adultos jóvenes. Son menos frecuentes que en el pasado porque la amigdalitis en la actualidad se trata comúnmente con antibióticos, que destruyen las bacterias que causan la infección.
Si el absceso no se trata correctamente la infección puede diseminarse al cuello, al paladar y a los pulmones. La inflamación puede empujar las amígdalas hacia el centro de la garganta y desplazar la úvula (el colgajo de tejido en la parte posterior de la garganta) desde el centro hacia la región no afectada de la garganta. En algunos casos, la inflamación puede dificultar la respiración o puede cerrar las vías respiratorias.
Se realiza a través de un exámen médico de la garganta, boca y cuello. El médico obtiene una muestra de la garganta y el material extraído se envía al laboratorio para un cultivo. Así se puede identificar el tipo de bacteria que causa la infección. También puede practicarse una endoscopia, una radiografía o un TAC para ver mejor la magnitud de la infección en los tejidos del cuello.
Es a base de antibióticos para tratar la infección. Suelen administrarse durante 10 días. Los síntomas suelen desaparecer en cinco a siete días. Cuando la infección es severa los antibióticos se pueden dar por vía intravenosa.
Muchos abscesos no responden sólo a los antibióticos y necesitan ser drenados. El drenaje puede hacerse con una aguja o haciendo un pequeño corte y succionando el líquido. Esto a menudo se hace en el consultorio del médico o en una sala de urgencias, pero ocasionalmente podría ser necesario realizarla en una sala de operaciones, especialmente si la infección se ha extendido al cuello.
Si la amigdalitis o el absceso periamigdalino vuelve a aparecer puede ser necesario extirpar las amígdalas.