La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes:un adulto de cada 200 sufre epilepsia. Su incidencia anual se sitúa entre 20-70 casos nuevos por cada 100.000 habitantes/año. Si se incluyen las convulsiones asociadas a fiebre en los niños menores de 5 años y los que sólo han tenido un episodio convulsivo la estadística aumenta a una de cada 80 personas.
Según la OMS la epilepsia es una crisis cerebral consecuencia de una descarga neuronal excesiva. La epilepsia es un trastorno del cerebro en el cual grupos de células nerviosas o neuronas en el cerebro, transmiten a veces las señales en una forma anormal. El desorden afecta a un número de células nerviosas en las cuales existe una descarga anormal de impulsos nerviosos que son recidivantes y paroxísticos (en forma de ataques). Esto causa una mal funcionamiento de las otras células nerviosas desencadenando movimientos involuntarios y pérdida de la consciencia. La epilepsia no es contagiosa ni está causada por ninguna enfermedad o retraso mental. Algunas personas con retraso mental pueden experimentar ataques epilépticos, pero tener estos ataques no implica necesariamente el desarrollo de una deficiencia mental.
La epilepsia es un trastorno que puede tener muchas causas posibles: cualquier cosa que perturbe la actividad normal de las neuronas (una enfermedad, un daño cerebral, un desarrollo anormal del cerebro) puede causar crisis epilépticas. La epilepsia se puede producir:
Existen unos neurotransmisores llamados "inhibidores" porque su función es disminuir la actividad de las neuronas del cerebro: uno de los más importantes se denomina GABA (ácido gammaaminobutírico) que puede jugar un papel importante en la epilepsia. Otros neurotransmisores llamados "excitadores" aumentan la actividad neuronal: el denominado glutamato.
Pueden ser síntomas muy generales o poco específicos. Deben hacernos pensar en una epilepsia:
Se inician con descargas eléctricas en un área pequeña del cerebro. Las descargas se limitan a una zona del cerebro. Según la parte afectada del cerebro, la persona experimenta sensaciones anormales, movimientos o aberraciones psíquicas.
Por ejemplo, si la descarga eléctrica se produce en la parte del cerebro que controla los movimientos musculares del brazo derecho, éste puede presentar espasticidad muscular intensa y contracciones. Si la parte afectada es la zona más profunda del lóbulo anterior (la parte del cerebro que percibe los olores), la persona puede sentir un olor placentero o desagradable muy intenso. La persona con una aberración psíquica puede experimentar, por ejemplo, un sentimiento de «déjà vu», por el que un entorno desconocido le parece inexplicablemente familiar.
Inicialmente la persona pierde contacto con su entorno durante uno o dos minutos. Puede tambalearse, realizar movimientos involuntarios y torpes de brazos y piernas, emitir sonidos ininteligibles, no entender lo que los demás expresan y puede resistirse a que le presten ayuda. El estado confusional dura unos minutos y se sigue de una fase de recuperación.
Los síntomas se inician en una parte aislada del cuerpo, como la mano o el pie. Posteriormente ascienden por la extremidad al mismo tiempo que la actividad eléctrica se extiende por el cerebro.
Es necesaria la presencia de dos crisis sin motivo aparente para diagnosticar una epilepsia. El diagnóstico de la epilepsia se basa en la historia clínica: las pruebas complementarias pueden ayudarnos a confirmar y/o a identificar una causa responsable. La consulta con un Neurólogo es necesaria para hacer el diagnóstico.
El médico obtiene toda la información posible interrogando al paciente y a los testigos de las crisis siempre que sea posible. Se recoger información detallada de:
La duración de las crisis suele ser muy breve: no es raro que los familiares exageren en la duración de las crisis. Es importante obtener informacion precisa y detallada de las crisis: la hora en que aparecen, si hay posibles factores desencadenantes, etc,
Interrogar sobre síntomas o sensaciones previas a la aparición de la crisis. Según dónde se origine la crisis, el paciente puede tener síntomas diferentes: puede sentir el adormecimiento u hormigueo de una mano o de un pie, escuchar mas alto, ver imágenes, sensación de miedo, etc., por raro que pueda parecer, es muy importante relatar todos estos síntomas.
Se debe practicar una exploración física completa que incluya un examen físico general. Exploración neurológica exhaustiva con el propósito de buscar posibles lesiones y/malformaciones que puedan estar implicadas en la epilepsia.
Se hace con una máquina que proporciona, dibujando unas líneas ondulantes, las señales eléctricas que llegan desde las células del cerebro. El médico puede descubrir si hay circunstancias cerebrales especiales que expliquen por qué se producen los ataques epilépticos. El electroencefalograma no siempre muestra que haya indicios de epilepsia, porque a veces los cambios eléctricos se producen en zonas muy profundas del cerebro. En otras ocasiones, en el momento de hacer el electroencefalograma no se está produciendo ningún cambio y el EEG es normal.
Realiza una serie de fotografías del cerebro, con las que se puede ver si existe en él algún bulto, cicatriz, marca o cualquier otra condición que pueda estar causando los ataques.
Resonancia magnética craneal (RM), tomografía por emisión de positrones (PET) y tomografía computerizada por emisión de fotón simple (SPECT).
Los tratamientos actuales pueden controlar los ataques, al menos durante cierto tiempo, en aproximadamente un 80% de los pacientes con epilepsia. Sin embargo, el 20% restante tienen ataques que no se pueden controlar adecuadamente con los fármacos actuales.
La medicación, la cirugía y una dieta alimenticia específica son las bases del tratamiento. La mayoría de las veces lo que se aplica es una combinación de las dos o de las tres modalidades.
Es muy importante seguir detalladamente las instrucciones que del médico que se refieren a cómo tomar los fármacos, el momento del día, acompañados de la ingestión de alimentos o no...
La razón principal es que lo primero es lograr que el organismo alcance un nivel general favorable a la prevención de este trastorno. La elección de los medicamentos y sus dosis se tienen que ir ajustando a las condiciones de cada epiléptico. Se considera que una persona "está curada" de las crisis convulsivas cuando se ha logrado un control completo de las crisis durante un período mayor de 2 años. Para la mayoría de pacientes epilépticos, los ataques pueden ser controlados con un único medicamento, administrado en la dosis y forma adecuadas. Debido a que la combinación de varios medicamentos aumenta los efectos secundarios, sólo se prescriben en aquellos casos en los que el control de los ataques es imposible con un único medicamento.
El período de mayor riesgo de recaídas en las crisis son los primeros 6 meses después de suspender la medicación. Algunos factores que aumentan la posibilidad de reaparición de las crisis después de un control completo están relacionados con:
Como complemento al tratamiento con fármacos el paciente debe seguir una dieta rica en grasas y baja en hidratos de carbono y proteínas. El mismo médico o un dietista profesional también indicará y ajustará la dieta a las necesidades de cada enfermo. Esta dieta especial se llama cetogénica, porque dichos alimentos, una vez ingeridos y asimilados, se convierten fácilmente en una sustancia química que se llama cetona.
El tratamiento quirúrgico es una alternativa terapéutica en aquellos casos de epilepsias fármaco-resistentes. Las epilépsias parciales complejas, principalmente las que se asientan en el lóbulo temporal, son las que mejor responden al tratamiento quirúrgico. El objetivo de la operación es quitar la parte de tejido cerebral que esté dañada para que los ataques no se sigan produciendo. Ants de proponer una intervención los médicos deben considerar si la lesión es accesible (si pueden llegar a ella sin dañar otras partes del cerebro) y, sobre todo, si se trata de un tejido que no cumple ninguna función importante, pero que provoca los trastornos epilépticos.