La acromegalia es una enfermedad hormonal que en la inmensa mayoría de los casos es debida a la presencia de un adenoma o tumor benigno, localizado en el lóbulo anterior de la glándula pituitaria (adenohipófisis). El adenoma provoca la secreción excesiva de la hormona del crecimiento. Hablamos de cambios morfológicos hipertróficos. Estos van acompañados de serios problemas de salud y cambios físicos. Sin tratamiento, la enfermedad progresa y el pronóstico vital puede ser mortal. Este desequilibrio hormonal provoca gigantismo en los niños.
La acromegalia se caracteriza por cambios morfológicos hipertróficos:
Estos cambios se acompañan con frecuencia de diabetes, hipertensión, problemas de corazón, apneas del sueño y deformaciones de la columna vertebral como la cifosis. La hipófisis está situada en la silla turca y el adenoma puede ser responsable de la compresión del nervio óptico que conduce a problemas visuales.
La acromegalia se desarrolla lentamente lo que retrasa el diagnóstico. Los signos clínicos característicos orientan el diagnóstico de acromegalia, confirmado por los resultados de las dosificaciones hormonales de la hormona del crecimiento. El seguimiento de las personas acromegálicas lo realiza el endocrinólogo y cuanto mas precóz sea el diagnóstico, menos irreversibles serán las consecuencias. En ausencia de tratamiento, los cambios morfológicos empeoran, el paciente está en riesgo de desarrollar cáncer y la esperanza de vida se reduce.
El tratamiento de la acromegalia es inicialmente con fármacos que inhiben la hormona del crecimiento aunque a veces la cirugía es necesaria. Esta cirugía es muy delicada, debido a la ubicación del tumor a extirpar. La tasa de éxito depende del tamaño del adenoma y de la experiencia del cirujano. Los pacientes deben ser seguidos clínicamente durante toda su vida.
No existe prevención para la acromegalia. Sin embargo, es necesario comenzar el tratamiento en una etapa temprana para prevenir el empeoramiento de esta enfermedad endocrina.