Las glándulas suprarrenales están situadas en la parte superior de cada riñón y tienen la función de secretar diversas hormonas. Se componen de dos zonas distintas; la primera es la zona corticosuprarrenal que secreta diferentes hormonas: los glucocorticoides, de las que forma parte el cortisol que esencialmente interviene en las reacciones de los glúcidos; los mineralocorticoides representados por la aldosterona que interviene sobre el riñón para el equilibrio de la cantidad de sodio y de potasio en el organismo; y una parte de los andrógenos, las hormonas del desarrollo de los carácteres sexuales masculinos. La otra zona es el médula suprarrenal que secreta la adrenalina y la noradrenalina, que actúan sobre el ritmo del corazón, la contracción o la dilatación de los vasos sanguíneos y aumentan la presión arterial. A nivel de las glándulas suprarrenales pueden aparecer muchos tumores algunos de los cuales son benignos y otros malignos. Entre los tumores malignos, los cánceres, distinguimos el corticosurrenaloma que se desarrolla a nivel de la zona cortical de la suprarrenal, y el mineralosurrenaloma, llamado también feocromocitoma, a nivel de la zona medular. Sin embargo los feocromocitomas son benignos en 9 casos sobre 10.
Los síntomas de un cáncer de las suprarrenales dependerán, pues, de la zona alcanzada. En caso de corticosurrenaloma, los signos estarán representados por:
En caso de feocromocitoma maligno, llamado mineralosurrenaloma, los síntomas típicos serán:
Delante de signos evocadores de un tumor en la suprarrenal, es necesario practicar un análisis de sangre con dosificación de las diferentes hormonas para poner en evidencia el exceso de secreción. Se realiza también un escáner o, más raramente, una RMN que nos permite la visualización del tumor. También se puede realizar una gammagrafía. En caso de sospecha de un tumor canceroso, se practicará un estudio de extensión para buscar la migración de células cancerosas hacia otros órganos, lo que, en presencia de metástasis, confirmará el carácter canceroso del tumor.
Al igual que todos los cánceres el tratamiento depende del estadío del tumor, de su tamaño, del estado general del paciente y de los resultados del estudio de extensión. La mayor parte de las veces se practica una cirugía. Hay que extirpar todo el tumor, los tejidos circundantes que puedan ser portadores de células cancerosas y los ganglios próximos que se vean afectados por el cáncer. La radioterapia y la quimioterapia se utilizan poco en este contexto.