Los más recientes datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que cerca del 30% de los hombres y el 10% de las mujeres consumen alcohol en exceso por lo menos una vez por semana.
Además casi el 80% de los jóvenes refiere consumir bebidas alcohólicas de forma regular.
La resaca es una de las consecuencias de la intoxicación por alcohol.
Puede empeorar si se fuma excesivamente.
Metabolismo del alcohol en el organismo
Cuando comemos o bebemos una sustancia cualquiera, esta pasa básicamente por tres estadios: digestión, absorción y metabolización por el hígado.
Todo alimento que se absorbe por el tubo digestivo pasa obligatoriamente por el hígado antes de alcanzar cualquier otro órgano.
El hígado es una especie de centro de tratamiento de las sustancias ingeridas: nada llega a la circulación sanguínea central sin antes haber sido procesado por el hígado.
A este proceso lo llamamos metabolización hepática.
Metabolización hepática
Entre las diferentes funciones de la metabolización hepática, una de ellas es desactivar las sustancias tóxicas que hayan sido ingeridas, como el alcohol (etanol), por ejemplo.
El hígado humano no produce un enzima que neutralice directamente el alcohol, así que transforma el alcohol en acetaldehído y después en ácido acético.
El ácido acético es un metabolito no activo y no tóxico.
En este proceso aparecen dos problemas:
el primero es que el acetaldehído es una sustancia más tóxica que el propio alcohol.
el segundo es que el acetaldehído sólo es inactivado en ácido acético después de pasar por segunda vez por el hígado.
En resumen, consumimos alcohol, pero antes de que llegue a la circulación sanguínea central, el hígado lo transforma en acetaldehído, una sustancia aun más tóxica: sólo después de circular por todo el organismo y retornar al hígado, el alcohol ingerido (ahora bajo la forma de acetaldehído) logra ser inactivado en el inofensivo ácido acético.
Después de beber alcohol, el resultado final es el siguiente: el 92% de etanol ingerido es metabolizado por el hígado, el 3% es eliminado en la orina, 5% es eliminado por los pulmones en la respiración (de ahí el test del alcoholímetro) y menos del 1% sale en la piel a través del sudor.
El acetaldehído es carcinogénico (una sustancia que provoca cáncer) y puede causar lesiones en el hígado si la exposición es frecuente y prolongada.
¿Por qué nos emborrachamos?
La absorción del alcohol en los intestinos es mucho más rápida que la capacidad del hígado para metabolizarlo.
El hígado sólo logra metabolizar el equivalente a una copa de vino o 300 ml de cerveza por hora: si tomamos el equivalente a 5 copas de vino, el cuerpo va a demorar, aproximadamente, cinco horas para eliminar todo ese volumen.
Después de un consumo exagerado de alcohol, nuestro organismo tendrá que lidiar, por varias horas, con dos sustancias altamente tóxicas circulando en la sangre: el alcohol y el acetaldehído.
Con el estómago lleno, la absorción de etanol es más lenta y le dá más tiempo al hígado para metabolizar el alcohol que llega: por ello, la intoxicación por etanol es más intensa cuando bebemos en ayunas.
Las bebidas alcohólicas gaseosas se absorben más lentamente y los alimentos ricos en proteínas o en azúcar reducen la absorción del alcohol.
Los efectos del alcohol sobre el cerebro
El alcohol actúa en todo el organismo, pero sus efectos más visibles se dan en el cerebro, principalmente durante una intoxicación aguda.
En pequeñas cantidades, el alcohol tiene acción estimulante en las neuronas, causando euforia y mayor interacción social.
Pequeñas dosis ya afectan a la coordinación motora y a la capacidad de concentración.
Las dosis más altas de alcohol y acetaldehído en la circulación intoxican las neuronas: conforme la concentración sanguínea se eleva, el paciente va pasando por la siguientes fases: letargia, somnolencia, reducción del nivel del conciencia, coma y, eventualmente, muerte.
Los síntomas de la embriaguez duran hasta que el hígado logre neutralizar todo el alcohol y el acetaldehído que circulan en la sangre y puede llevar varias horas.
¿Cuándo hablamos de resaca?
La resaca habitualmente surge cuando el nivel de alcohol en la sangre está muy bajo, casi cero, después del trabajo de limpieza realizado por el hígado.
La resaca parece ocurrir básicamente por tres motivos:
Intoxicación por el acetaldehído: gran parte del malestar de la resaca es consecuencia de la exposición prolongada de las células al acetaldehído.
Disminución de la glucosa sanguínea (hipoglicemia): en el proceso de metabolización del etanol intervienen los enzimas del hígado que también participan de la producción de glucosa: como estos enzimas están ocupados metabolizando el etanol, hay una caída en el nivel de glucosa para el cerebro y otras regiones del organismo. De ahí surgen los síntomas de debilidad y malestar.
Malestar y náusea que no provocan vómitos porque el estómago está vacío.
Diarrea con heces que tienen un olor diferente al habitual.
¿Cómo evitar la resaca?
Lo más importante es prevenirla evitando ingerir cantidades excesivas de alcohol.
El riesgo de resaca es mayor cuando hay un consumo de al menos 4 copas de vino o 4 latas de cerveza (o el equivalente en alcohol de cualquier otra bebida) en el intervalo de 2 horas.
Beber más despacio y después de ingerir alimentos ricos en proteínas y carbohidratos dando tiempo a que el hígado metabolice el alcohol que va siendo consumido.
Lo ideal es comer antes de comenzar a beber.
Mientras se vá bebiendo poco a poco lo aconsejable es ir comiendo.
Beber mucha agua antes, durante y después de la ingesta de alcohol.
Las bebidas más oscuras (como el whisky, vino tinto, tequila y el coñac) generalmente causan peores resacas que el vino blanco, cerveza o bebidas claras, como vodka o gin.
Los medicamentos "anti-resaca"
Tomar medicamentos anti-resaca, como Engov, antes de beber tiene poco fundamento científico.
Son medicamentos que mezclan sustancias contra náuseas, analgésicos y cafeína, y tratan de amenizar algunos de los síntomas de la resaca.
El problema es que su efecto no es tan fuerte muchas horas después de tomado, e inclusive algunos contienen antiinflamatorios o aspirina, que son sustancias que irritan el estómago.
No actúan sobre la deshidratación, sobre la hipoglicemia, ni sobre la irritación que el acetaldehído provoca en las células.
Además de no funcionar bien como prevención de la resaca, estos medicamentos pueden, incluso, estimular a beber más, pues el individuo cree que está protegido contra los efectos negativos de un consumo exagerado de alcohol.
¿Cómo curar la resaca?
Beber mucho líquido al despertar.
Evitar el café ya que la cafeína también es un diurético.
El agua y los jugos son lo ideal: algunas bebidas isotónicas (como el Gatorade) también pueden ser utilizados.
Hacer reposo.
Habitualmente, la resaca mejora hacia el final del día.
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