El eritema infeccioso agudo es una patología que afecta a los niños, generalmente entre los 3 y los 15 años. Está causada por el parvovirus B19. Esta enfermedad, aunque benigna, es muy contagiosa. La contaminación se realiza por vía aérea y la enfermedad aparece entre una y dos semanas después. Cursa con un erupción cutánea que se caracteriza por un enrojecimiento a nivel de las mejillas que son brillantes y los labios aparecen pálidos. Después aparece la erupción a nivel del tórax y se extiende posteriormente a las raíces de los miembros. Se acompaña de picores y de dolores articulares. El eritema infeccioso agudo desaparece después, por sí mismo, al cabo de una semana aproximadamente.
La enfermedad se transmite únicamente entre humanos. Aparece un tipo de erupción cutánea muy característica en las mejillas, que también se conoce como el 'síndrome del niño abofeteado'. Pese a que sus síntomas pueden ser muy llamativos, en general es una infección banal que no precisa tratamiento específico y se resuelve espontáneamente.
El periodo en el que aparecen más brotes son los meses entre el final del invierno y la primavera.
Recibe el nombre de 'quinta enfermedad' por el orden en el que fue descrita dentro de las enfermedades exantemáticas de la infancia (es decir, las que producen sarpullido en la piel y fiebre). Las otras enfermedades son la escarlatina, el sarampión, la rubeola, la varicela y la roseola. De todas ellas sólo la escarlatina está producida por una bacteria y se trata con antibióticos. El resto son enfermedades víricas.
El parvovirus se propaga a través de las secreciones respiratorias (estornudos, esputo, secreciones nasales) por lo que es muy frecuente que aparezcan brotes en los colegios. El periodo de mayor contagiosidad del eritema ocurre mientras se está incubando la infección y todavía los síntomas no son aparentes, por lo que a diferencia de otras enfermedades como la varicela o el sarampión, cuando aparece el exantema o sarpullido el niño apenas es contagioso.
En los niños el eritema infeccioso es una enfermedad banal y sin complicaciones. Sin embargo, cuando una mujer embarazada contrae el virus pueden aparecer complicaciones graves. Aunque es poco frecuente, el parvovirus puede transmitirse al bebé por la sangre a través de la placenta y causar un tipo de anemia muy grave en el feto. La mortalidad es del 6% para los fetos infectados, siendo más peligroso cuando la embarazada contrae el virus en las primeras 20 semanas de gestación.