La tiroides es una glándula localizada en la parte inferior del cuello, cuya función es la secreción y regulación de las hormonas tiroideas que ejercen numerosas funciones en el organismo. La tiroides puede ser la sede de enfermedades llamadas autoinmunes, por acción de los propios anticuerpos del organismo contra células tiroideas. Distinguimos la enfermedad de Basedow en la cual los auto-anticuerpos se fijan sobre la tiroides y estimulan su secreción de hormonas dando como resultado un hipertiroidismo. Otras enfermedades autoinmunes pueden afectar a la tiroides y provocar su inflamación: hablamos de la tiroiditis autoinmune del que el ejemplo más típico es la Tiroiditis de Hashimoto. Las tiroiditis autoinmunes son debidas a un desarreglo inmunitario con producción de anticuerpos que atacan a la glándula tiroides. Inicialmente la tiroiditis provoca un aumento en la secreción de hormonas tiroideas, luego, a la inversa, se instala un hipotiroidismo. En etapas avanzadas, es posible el restablecimiento del funcionamiento normal, pero en algunas formas como en la tiroiditis de Hashimoto, el hipotiroidismo persiste.
La tiroiditis autoinmune la mayoría de las veces se manifiesta por la aparición de un bocio, salvo en un caso especial, la tiroiditis atrófica, donde al contrario se reduce su tamaño. La aparición de bocio no causa dolor. Las manifestaciones a menudo están relacionadas con la etapa de la tiroiditis.
Clásicamente aparece:
La dosificación de la TSH, la hormona encargada de estimular la secreción de las hormonas tiroideas, es definitiva. Una ecografía de la tiroides y la dosificación en sangre de los anticuerpos involucrados confirman el diagnóstico de la tiroiditis autoinmune.
Cuando la tiroiditis no tiene síntomas molestos, no requiere tratamiento. En caso contrario, los síntomas molestos deben ser tratados con hormonas tiroideas de síntesis. El tratamiento puede ser necesario de por vida en ausencia de resolución de los síntomas.
No hay realmente nada qué hacer para evitar la tiroiditis autoinmune. Sin embargo, puede ser bueno vigilar a ciertas personas que presentan diferentes factores de riesgo. Las personas más afectadas son las mujeres entre 30 y 60 años. También se debe vigilar a las personas con antecedentes personales o familiares de enfermedades autoinmunes .