El sistema inmunitario permite proteger al organismo contra cuerpos extraño (bacterias, virus) mientras que no actúa sobre las células del propio organismo ya que las reconoce como propias. En el caso de una enfermedad autoinmune estos mecanismos de identificación fallan y los anticuerpos van a ataca a las propias células del organismo: son los llamamos autoanticuerpos, que van a desencadenar una patología autoinmune. Las causas que provocan este tipo de enfermedades no están completamente identificadas, pero podría intervenir un componente genético, factores hormonales y también ciertos factores atribuidos al entorno (infección, toxicidad de ciertas moléculas ...) parecen desempeñar un papel. Las enfermedades autoinmunes evolucionan a brotes sucesivos e imprevisibles, y pueden localizarse en un solo órgano o afectar el conjunto del organismo. Debido a que ciertos mecanismos desencadenantes pueden ser comunes en varios tipos de estas enfermedades ocurre con frecuencia que varias enfermedades autoinmunes están asociadas en el mismo individuo.
Las manifestaciones variarán dependiendo de la enfermedad y de los órganos afectados. Entre las enfermedades autoinmunes sistémicas, es decir aquellas que no afectan específicamente a un órgano encontramos:
Entre las enfermedades autoinmunes que afectan a un sólo órgano específicamente:
Podemos evocar el diagnóstico después de un examen clínico y un examen del paciente con el fin de detectar los síntomas y enfocarnos hacia una enfermedad. Diversas pruebas complementarias serán también prescritas y dependerán de las patologías encontradas, particularmente las enfermedades autoinmunes específicas de un órgano. El punto en común es la posibilidad de detectar en una muestra de sangre los autoanticuerpos específicos para una enfermedad como los anti-tiroperoxidasas en la tiroiditis, los anti-receptores de acetilcolina en la miastenia gravis, anti- la insulina en la diabetes o otros autoanticuerpos no específicos para confirmar la presencia de una enfermedad autoinmune, coincidiendo con los síntomas.
El tratamiento también variará dependiendo de la enfermedad. Generalmente los corticoides o los inmunosupresores son los medicamentos utilizados durante períodos largos para disminuir la inmunidad en las enfermedades autoinmunes no específicas de un órgano. Sin embargo deben ser administrados con una estrecha vigilancia biológica y con precaución para no dejar al organismo sin defensas. En las patologías autoinmunes específicas de un órgano se realizan tratamientos adaptados al órgano afectado como la insulina en la diabetes, las hormonas tiroideas en la tiroiditis...