Un aborto involuntario es un aborto espontáneo, es decir, la expulsión no provocada del feto antes de las 22 semanas de amenorrea (el tiempo de embarazo se calcula desde el primer día de la última regla): a partir de las 22 semanas es cuando se considera legalmente que el feto es viable. Un aborto involuntario puede ocurrir de forma aislada y es muy frecuente ya que sucede en casi uno de cada cuatro embarazos, o puede repetirse: se habla en este caso de una enfermedad abortiva y se debe buscar la causa. Las causas del aborto involuntario pueden ser:
Los síntomas de un aborto involuntario dependerán de lo avanzada que esté el embarazo. En caso de aborto involuntario precoz la mujer embarazada podrá presentar pérdidas de sangre (metrorragias) más o menos importantes desde las primeras semanas de gestación. A veces, el embrión puede ser expulsado espontáneamente. No siempre se acompañan de dolores cólicos y calambres abdominales. En una etapa más avanzada del embarazo, la mujer puede sufrir contracciones regulares, pérdidas de sangre más importantes y a veces pérdidas de líquido amniótico.
Un examen clínico permitirá verificar el grado de apertura del orificio externo del cuello uterino, que aparecerá abierto. Unos exámenes complementarios ayudarán a confirmar el aborto espontáneo. Se practicará:
Varios estudios de sangre seguidos con varios días de intervalo pueden ser realizados.
Cuando se ha comprobado el aborto natural y el feto no es expulsado espontáneamente, varias alternativas terapéuticas son discutidas:
Para tener el máximo de probabilidades de llevar un embarazo a término, la prevención juega un papel importante. Se debe: