La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual, de ahí el nombre de enfermedades venéreas. Los exámenes de rutina para detectar la sífilis temprana en el embarazo han eliminado la transmisión de madre a hijo, responsable de graves consecuencias para el feto. Es causada por la bacteria Treponema pallidum y se manifiesta aproximadamente unas tres semanas después del contagio. Esta infección causa lesiones bacterianas en la piel y las membranas mucosas. Hay dos etapas de la sífilis entre las cuales las personas pueden pasar por fases asintomáticas.
La sífilis se presenta en dos etapas, caracterizadas por síntomas diferentes:
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El diagnóstico de la sífilis se sospecha por los signos clínicos mencionados anteriormente. Se confirma por un análisis de sangre con una serología diagnóstica, que asocia dos pruebas llamadas TPHA y VDRL. Se puede saber el estadío de la infección con el análisis de estos resultados que permitirán también confirmar la enfermedad. En caso de infección probada, se deben buscar otras infecciones sexualmente transmisibles en la persona afectada y también entre sus parejas.
El tratamiento de la sífilis se basa esencialmente en la administración de antibióticos, especialmente la penicilina G. El tratamiento se administra por vía intramuscular o por vía intravenosa en una sola vez. Al cabo de seis meses, un control serológico es necesario para evaluar la eficacia del tratamiento. Los informes deben ser protegidos y las parejas sexuales de los pacientes infectados deben ser detectados y tratados si es necesario.
La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual: es esencial tener sexo seguro en caso de duda acerca de la pareja, incluso cuando se practica sexo oral o sexo anal porque la transmisión también es posible en estos casos. La realización de la serología de sífilis en el embarazo precoz contribuye a la prevención de la transmisión materno-fetal.