Prevenir los problemas cardiovasculares es de gran importancia. Sobre todo para los pacientes con hipertensión o diabetes, quienes deben realizarse un perfil de lípidos como parte de su valoración inicial. Este análisis debe repetirse cada año.
Los lípidos son un conjunto de moléculas que están formadas principalmente por carbono e hidrógeno. Contienen oxígeno en menos cantidad y también pueden contener fósforo, azufre y nitrógeno. Son moléculas hidrófobas, es decir, no se disuelven en agua sino en disolventes orgánicos como la bencina, el benceno y el cloroformo. Los lípidos incluyen a los aceites, ácidos grasos, ceras, esteroides (como el colesterol y el estrógeno) y otros compuestos. Estos materiales se almacenan de forma natural en células, órganos y tejidos del cuerpo.
Para valorar el riesgo coronario es suficiente con determinar el colesterol total y HDL en la sangre. Se debe sospechar una hipercolesterolemia familiar en caso de antecedentes en familiares de primer grado; en pacientes sin antecedentes familiares de hipercolesterolemia familiar, pero con alguna enfermedad cardiovascular temprana y cifras de colesterol elevadas; y en personas menores de 40 años cuyas cifras de colesterol total son superiores a 360 mg/dl o cifra de colesterol LDL menor a 260 mg/dl.
Antes de iniciar el tratamiento hipolipemiante, se recomienda una dieta especial y hacer actividad física durante 6 meses. Los pacientes con una cifra aislada de colesterol total superior a 320 mg/dl o 240 mg/dl de LDL deben iniciar el tratamiento con estatinas a dosis bajas y moderadas. Si aparece intolerancia se debe cambiar de estatina. Si persiste se debe cambiar al tratamiento de fibratos o resinas. En personas mayores de 75 años no se recomienda estimar el riesgo de enfermedad coronaria con la información aportada por las cifras de colesterol.
En pacientes con cardiopatía isquémica se recomienda iniciar el tratamiento con dosis moderadas. Si el paciente tiene ictus aterotrombótico se debe iniciar tratamiento con estatinas a dosis moderadas. En pacientes con enfermedad arterial periférica y comorbilidad asociada se recomiendan estatinas a dosis moderadas.
Se recomienda el tratamiento con fibratos cuando los niveles de triglicéridos permanecen por encima 500 mg/dl a pesar de los cambios en el estilo de vida y del consumo de una dieta mediterránea.
El tratamiento de pacientes con descenso aislado de HDL debe buscar el aumento de los niveles de colesterol HDL. Para esto se recomienda la realización de ejercicio aeróbico de forma regular, reducir el peso en caso de existir obesidad y, en los fumadores, abandonar el tabaco.
En prevención primaria, ante un paciente con hiperlipidemia mixta que no refiere antecedentes familiares, la decisión de tratar o no se basa en función del riesgo coronario.
Se prescribe el tratamiento combinado en caso de hipercolesterolemia familiar en la que no se consigue un control adecuado a través del uso de un solo fármaco. También se recomienda en algunos casos de hiperlipidemia mixta de origen familiar.
Para el seguimiento de los enfermos con tratamiento para la dislipemia, se recomienda realizar dos determinaciones del perfil de lípidos antes de iniciar el tratamiento farmacológico. En prevención primaria se realiza un primer control entre las 8 y 12 semanas, después una vez al año. En prevención secundaria, una vez conseguido el control óptimo, se aconseja un control anual. Antes de empezar el tratamiento con estatinas o fibratos, deben controlarse los valores de GOT y GPT, que deben seguir controlándose una vez por año.
Se recomienda realizar cribado (despistaje) del colesterol en niños a partir de los 10 años si tienen un familiar de primer grado con hipercolesterolemia familiar. En los niños con hipercolesterolemia sin historia familiar de dislipemias monogénicas se aconseja una dieta mediterránea, realizar actividad física y mantener un peso adecuado
Las enfermedades que cursan con el exceso de lípidos, o lipidosis, son trastornos metabólicos que consisten en la acumulación de cantidades perjudiciales de lípidos en algunas células y tejidos del cuerpo. Las personas con estos trastornos no producen suficientes enzimas necesarias para metabolizar los lípidos o producen enzimas que no funcionan adecuadamente. Con el tiempo, este almacenamiento excesivo de grasas puede causar daño tisular (tejidos) y celular permanente, particularmente en el cerebro, el sistema nervioso periférico, el hígado, el bazo y la médula ósea.
Tenemos que adecuar nuestras prácticas a un entorno de riesgo cardiovascular bajo. Insistir en un estilo de vida mediterráneo como actividad preventiva fundamental. Hay que adecuar el beneficio del tratamiento farmacológico para utilizar los medicamentos y las dosis que mayores ventajas ofrecen a los pacientes con los mínimos riesgos.
Cuando consumimos lípidos o grasas en exceso y no la quemamos (por ejemplo, a través de ejercicios físicos) pueden provocar un aumento en la masa corporal y poner en riesgo nuestra salud. Por lo tanto, se deben consumir lípidos, pero de forma moderada.
Uno de los responsables más importantes de los problemas cardiovasculares son las grasas. Estas representan el factor principal de la hipertensión arterial. También provocan un aumento en el colesterol. Las enfermedades causadas por el alto consumo de lípidos aumentan el riesgo de arteriosclerosis, diabetes tipo 2, apneas del sueño, gota o hiperuricemia (aumento de ácido úrico).
El omega 3 y el omega 6 son ácidos grasos esenciales que nuestro organismo no puede fabricar, por lo que deben ingresar a través de la dieta. Estos ácidos grasos intervienen en funciones, procesos y metabolismos fundamentales para nuestra salud. En caso de déficit de estos lípidos, notaremos sus consecuencias como la sequedad de la piel, desencadenar partos prematuros, problemas de corazón, cansancio importante y una mayor probabilidad de padecer procesos inflamatorios.
El consumo no adecuado de grasas dietéticas puede provocar ciertas enfermedades psicológicas como la depresión, ya que puede causar alteraciones en las membranas de las células nerviosas y provocar también déficits en ciertas vitaminas.
Entre los trastornos del metabolismo de los lípidos encontramos la enfermedad de Gaucher, la enfermedad de Niemann-Pick, la enfermedad de Farber, la enfermedad de Fabry, la leucodistrofia metacromática y la enfermedad de Tay-Sachs. En estos casos, el paciente no tiene suficientes enzimas para descomponer los lípidos o estos no funcionan correctamente y el cuerpo no puede convertir las grasas en energía y los lípidos se acumulan en el organismo. A menudo son trastornos hereditarios y pueden llegar a ser fatales.
La principal desventaja que tienen los lípidos es que pueden llegar a causar diversas enfermedades como las mencionadas en el apartado anterior. Estas son un grupo de trastornos metabólicos heredados, en las cuales los lípidos se acumulan en diferentes partes del cuerpo humano, como en las células y los tejidos, lo que produce daños en varios órganos y sistemas del cuerpo.
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