La enfermedad de Graves afecta a la tiroides. Se trata de una enfermedad autoinmune, es decir, las células de la glándula se destruyen gradualmente debido a los propios anticuerpos del organismo. En el contexto de la enfermedad de Graves los autoanticuerpos se fijan a los receptores de la TSH (hormona que estimula la función de la tiroides) lo que provoca un aumento en la secreción de hormonas tiroideas. La enfermedad de Graves es la principal causa de hipertiroidismo y afecta principalmente a las mujeres adultas jóvenes.
Los signos son:
Pueden aparecer complicaciones en ausencia de tratamiento como arritmias cardiacas, por ejemplo.
El diagnóstico se realiza con un examen clínico: es especialmente importante la palpación de la glándula tiroides que se encuentra aumentada uniformemente, sin presencia de nódulos. Una muestra de sangre con dosificación de la TSH (la hormona que estimula la actividad de la tiroides) refleja hipertiroidismo: la tasa de esta hormona en sangre se reduce en respuesta a un nivel excesivo de hormonas tiroideas verdaderas, T3 y T4 (dosificamos el TSH, porque su valor es más revelador que el de la T3 y T4). En la sangre también buscaremos los anticuerpos específicos de la enfermedad, lo que confirma el diagnóstico. Además, una ecografía y una gammagrafía tiroidea se realizan en paralelo. Una evaluación oftalmológica puede ser necesaria si se presentan signos oculares importantes.
Las diversas posibilidades para el tratamiento de la enfermedad de Graves son: