Cuando los parásitos entran al cuerpo liberan ciertas toxinas que pueden causar varios tipos de infecciones y trastornos. Los parásitos que están presentes en el tracto intestinal pueden causar inflamación del revestimiento interior o de la membrana mucosa de los intestinos. Las toxinas también pueden causar un mal funcionamiento de ciertos órganos como los riñones y el hígado.
La presencia de ciertos parásitos en el cuerpo puede causar reacciones alérgicas. La presencia de estos patógenos en el cuerpo conduce a la producción excesiva de unas células de defensa del cuerpo llamadas eosinófilos. Un exceso de estas células de combate en el cuerpo puede causar reacciones alérgicas. La presencia de estos parásitos que producen la alergia también puede desencadenar la producción de más de inmunoglobulina E (IgE), que es un tipo de anticuerpo.
La presencia de ciertos tipos de gusanos como Taenia solium (tenia), Ascaris lumbricoides (lombriz intestinal) y trematodos hepáticos pueden conducir a la aparición de una anemia. Estos parásitos se unen a la membrana mucosa del intestino y chupan los nutrientes del cuerpo. En estos casos puede aparecer una anemia por falta de hierro o anemia periniciosa.
La inflamación causada por las toxinas producidas por los patógenos que viven en el intestino delgado puede conducir a una sensación de saciedad o hinchazón y gas. Esto también puede conducir a la indigestión de alimentos ricos en fibra como frijoles, verduras y frutas crudas. El síntoma de esta enfermedad es una distensión recurrente en el abdomen. Este síntoma puede durar desde unos pocos meses a varios años hasta que los protozoos son completamente eliminados del cuerpo.
Algunos parásitos son tan grandes que tienden a bloquear el paso intestinal restringiendo el movimiento intestinal adecuado.
Ciertos protozoos como la Entamoeba histolytica pueden causar una producción excesiva de un enzima llamada prostaglandina, que provoca una pérdida excesiva de sodio y cloruro del cuerpo. Esta infección puede cursar con diarrea o amibiasis con heces sueltas y acuosas. Esta condición también puede conducir al síndrome del intestino irritable.
Los patógenos en el cuerpo pueden agotar la energía. Esto se debe a que los microorganismos causan mala absorción de los hidratos de carbono, grasas, minerales, proteínas y vitaminas, que pueden dar lugar a deficiencias. Todos estos factores pueden disminuir la energía vital del cuerpo y provocar fatiga. A falta de un diagnóstico oportuno y el tratamiento, esta condición puede llevar al síndrome de fatiga crónica.
Los parásitos pueden localizarse en los músculos y provocar rigidez muscular, dolores y la irritación y la inflamación de las articulaciones.
Las toxinas producidas por los parásitos pueden provocar reacciones alérgicas en la piel como urticarias, eczema y erupciones. La infestación por protozoos pueden causar dermatitis, inflamación, úlceras y lesiones en algunas partes del cuerpo como la cara, alrededor de los ojos y los pies.
Otros síntomas que pueden provocar son apatía, tumores, trastornos del sueño, rechinar de dientes, desgaste muscular, disfunción del sistema inmunitario, dificultades de concentración, nerviosismo, etc.