El hipo (singultus, en su denominación científica correcta) se define como una serie de contracciones espasmódicas, súbitas e involuntarias de la musculatura inspiratoria, principalmente del diafragma, seguidas de un cierre brusco de la glotis. Esto es lo que origina este sonido tan peculiar y característico.
Con frecuencia, el hipo comienza sin razón aparente y suele desaparecer después de unos pocos minutos. En raras ocasiones, el hipo puede durar días, semanas o meses. El hipo es muy frecuente y normal en los recién nacidos y en los bebés.
No existe una forma segura de detener el hipo, pero existen estas sugerencias comunes que pueden ayudar a hacerlo desaparecer:
El hipo suele desaparecer espontaneamente en unos pocos minutos. Se debe consultar con el médico si el hipo persiste más allá de unos cuantos días. En estos casos se elaborará una historia clínica y se realizará un examen físico completo. No suelen ser necesarios exámenes de diagnóstico a menos que se sospeche de una enfermedad o de un trastorno orgánico como causa del hipo.
Existen más de 150 enfermedades diferentes que pueden causarlo. Las causas están relacionadas con afectaciones del nervio vago y del nervio frénico, los responsables del hipo, tienen un largo recorrido a través del cuerpo. Entre las causas más comunes encontramos:
Para tratar el hipo persistente, el médico puede realizar un masaje del seno carotídeo en el cuello o un lavado gástrico. No se debe intentar realizar el masaje carotídeo por su cuenta: es una maniobra que debe hacer forzosamente un médico ya que puede tener sus riesgos. Se debe dejar de fumar. Evitar la ingesta de alcohol. En algunos casos pueden ser necesarios medicamentos como la fenotiazina (en especial la clorpromazina), escopolamina, baclofeno o anticonvulsivos en su tratamiento. La colocación de una sonda nasogástrica también puede brindar alivio. El tratamiento puede incluir un bloqueo del nervio frénico que es el nervio que controla el diafragma.